¿Puede la comida aliviar el duelo?

2 de Agosto del 2013
BBC Mundo

Rob Tizzard perdió a su madre Rita justo después de su 30º cumpleaños. “Fue de repente. Tenía un problema en la pierna y pensé que no sería nada, y luego recibí una llamada diciendo que estaba en el hospital y que tenía cáncer”, explica.

“Fue un gran shock y solo cinco semanas después ya no estaba. Me enseñó a apreciar las cosas pequeñas de la vida, así que tuve que aprender a sobrellevarlo”.

Su cocina huele a canela porque ha estado haciendo budín de pan. Es un postre que le trae maravillosas memorias de su madre y que ha estado tratando de imitar.

“Ella solía hacerlo con pan crujiente para gastar el pan duro”, explica.

Recuerdos
“Cuando era pequeño estaba interesado en aprender a cocinar y me sentaba encima de la mesa de la cocina mientras ella hacía pasteles y probaba nuevas recetas”.

La psicóloga clínica Claudia Herbert asegura que cocinar puede tener poderes restauradores para quienes están en duelo, una vez que se supera el dolor inicial.

“La comida es un aspecto conector en nuestras vidas y ellos probablemente compartieron muchas experiencias que tenían que ver con su preparación, las compras, con compartir comida o experiencias gastronómicas; esto puede llevar a memorias que pueden ser positivas o negativas”, explica.

“El proceso inicial de la pérdida puede llevar a reacciones tristes o amargas, pero más adelante se puede convertir en un recuerdo reminiscente de los buenos tiempos que compartieron”, asegura.

“Puede dar una sensación reconfortante y comer esos platos nos puede transportar a los buenos tiempos compartidos”.

Sin ganas de comer
Pero, a veces y al principio, el perder a un ser querido nos puede quitar las ganas de comer y la pasión por cocinar.

De hecho, hay hospitales de enfermos terminales que ofrecen cursos de cocina para ayudar a familiares a superar la pérdida de un ser querido.

Uno de ellos es el Hospicio de St Francis, en Berkhamsted, Reino Unido, donde gente que ha sufrido una pérdida y cocina aprende a preparar platos como lasaña, pan con hierbas y queso de cabra, y bizcocho, que luego comen juntos.

Algunos al principio no tenían ni idea de cocinar y habían perdido a su pareja o al familiar que se encargaba de la cocina.

“Antes de venir a este curso estuve un año tratando de salir adelante, con comida para llevar de restaurantes, no comía bien y engordé”, asegura William Knight, uno de los participantes.

“Mi madre cocinaba muy bien, así que dejaba que ella se encargara de eso, pero desgraciadamente eso significa que no tenía experiencia”.

“Iba a la cocina y entraba en pánico. Podía poner a hervir agua. Al final del primer día del curso había aprendido más de lo que jamás pensé y ahora tengo confianza en la cocina”, asegura.

“Llegas a un punto en el que no puedes hacer nada porque es como mostrar una forma de amor y no puedes hacerlo. Esto me ha ayudado a cocinar de nuevo y a volver a interesarme por algo”, explica.

Geoffery Wicks perdió a su esposa hace un año. En ese tiempo ha aprendido a cocinar e incluso tiene varias especialidades, como su plato favorito: el bizcocho de frutas y crema.

“Soy de esa generación de hombres que no tiene ni idea de cocinar, pues sus esposas siempre se encargaban de eso. Me vi totalmente incapaz de hacer algo más allá de abrir los paquetes de comida precocinada. Me convertí en un experto en eso”, afirma.

Rob Tizzard perdió a su madre Rita justo después de su 30º cumpleaños. “Fue de repente.