Ser capaz o ser...

6 de Septiembre del 2013

Los cobardes no son felices porque están demasiado ocupados cuidando su metro cuadrado, ni hacen grandes cambios que dañen su imagen, no vayan a enterarse otros de que son humanos.

Los valientes no son mediocres, porque siempre andan subiendo las apuestas en busca de su verdad. No están dispuestos a callar que rompieron el vidrio del vecino para no ser castigados. ¡Que se entere todo el barrio si es necesario!

A veces tenemos cinco minutos de valentía para salir del apuro y luego volvemos a nuestro capullo, otros más afortunados se quedan más rato en eso porque se hartan de tanto dolor y a pesar del miedo, se lanzan al vacío con las manos abiertas y el corazón anhelante como en un bungee jumping suicida a la aventura de su felicidad. Estos recién nacidos valientes no están tan locos, tal vez no sepan y les asuste lo que vendrá después de su decisión, pero sí saben cómo ya no se seguirán sintiendo: tristes y fracasados.

Los eternos miedosos viven con la duda perpetua: saben que la muela igual se la tienen que sacar, pero alargan el sufrimiento poniéndose pomaditas de mal sabor para amagar el dolor, bueno, hay gente que se salva de ir al dentista porque antes se muere, pero pasa hasta el final de sus días adolorido y amagando. En fin, si te duele tu realidad, es el momento de ser valiente y conectarte otra vez con tu vida. La cura definitiva para la cobardía es apostar a vivir sin mentiras.

A veces solo somos héroes cuando estamos desesperados, pero ser valiente es urgente en todo momento, ser cobardes no tiene prisa, en realidad, se necesita tener mucho coraje, pero del malo, para insistir en ser infeliz.

Mi definición de valiente: “El que lo hace a pesar de…”. Un “lo hago porque lo hago aunque me cueste la vida”, aunque aquí en realidad hay más lógica que valentía, ya te está costando mucho más vivir la vida que no quieres seguir viviendo que accionar. Es increíble pensar que a muchos nos es más fácil postergar nuestra felicidad, sobre todo siendo una sociedad de gratificación instantánea, tal vez ahí esté el problema, nos distraemos con esas gratificaciones, pero nos olvidamos de la gran gratificación.

Cuando somos cobardes estamos siendo cómodos, nos está dando pereza ser felices, cualquier tarea difícil de enfrentar la estamos dejando para después. Pero no hay tarea más urgente que nuestra felicidad.

Si no vives tu verdad y no sufres por ello, es que estás anestesiado. Cuando se te vaya el efecto de la anestesia, sé valiente y haz lo que tienes que hacer. Lo que tú esperas de ti mismo es eso, que seas capaz.

Los cobardes no son felices porque están demasiado ocupados cuidando su metro cuadrado, ni hacen grandes cambios que dañen su imagen, no vayan a enterarse otros de que son humanos.

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