Por arriba, por abajo y alrededor de París, a pie

6 de Diciembre del 2013
New York Times

Inhalamos profundamente antes de entrar en el túnel. La basura esparcida alrededor de la entrada era tan invitadora como la perspectiva de caminar casi 1,6 kilómetros por debajo de uno de los parques más famosos de París sin saber qué o a quién esperar. Estábamos en el corazón de la ciudad, pero completamente sustraídos del mismo.

Pero como éramos cuatro, nuestro número nos dio seguridad, así que nos introducimos en la oscuridad para explorar uno de los tesoros más escondidos de la ciudad: el Petite Ceinture. Olvídese de las Catacombes o los Égouts; aunque el osario subterráneo (las primeras) y el drenaje (los segundos) sean impresionantes, la abandonada vía ferroviaria que rodea a la ciudad ofrece a los excursionistas urbanos una nueva perspectiva.

Una sección de la línea en el Distrito XVI fue abierta al público como un sendero natural en el 2008, y otra, en el Distrito XV, fue abierta este verano; también hay un corto sendero en el XII. El jardín de la Rue du Colonel Manhès es un parque estrecho y verde en el Distrito XVII que corre paralelo a las vías.

Aunque esas son muy bonitas, queríamos ver más del Petite Ceinture, y eso significaba explorar secciones que no han sido remodeladas y que no necesariamente son fáciles de recorrer. Oficialmente está prohibido caminar por las vías y hay altas cercas que flanquean todo el cinturón (que es el significado de ceinture en francés), pero en su mayor parte las autoridades se hacen de la vista gorda.

Saber dónde puede uno entrar y salir del Petit Ceinture es vital. En la mayoría de los lugares, las vías están hundidas, por debajo del nivel de la calle, lo cual puede hacerle sentir a uno que está en el fondo de un valle. A lo largo del camino hay túneles, caballetes y secciones elevadas. Imaginamos que un buen lugar para comenzar eran los Jardins du Ruisseau (la estación Porte de Clignancourt Metro), cerca de la Marché aux Puces en el extremo norte de París. El jardín comunitario en el Distrito XVIII se ha asentado a lo largo de la orilla norte de las vías e incluye un gallinero, panales y unas tres docenas de parcelas rebosantes de una variedad de verduras y flores. Es un lugar grandioso para relajarse durante una tarde cálida, pero resulta un mal lugar para tratar de entrar en las vías. Así que continuamos hasta que encontramos una brecha en la cerca e iniciamos nuestro camino.

Gran parte del Distrito XVIII parecía un páramo de concreto de infraestructura industrial mientras caminábamos solos, casi sin aliento no tanto por el esfuerzo, sino por la preocupación de lo que encontraríamos más delante, y porque sabíamos que una salida fácil sería casi imposible. Los 33 kilómetros de vías que rodeaban a París cuando fueron construidas a mediados del siglo XIX conectaban a los pasajeros y la carga con las principales estaciones de trenes de la ciudad. El Metro de París reemplazó gradualmente al Petit Ceinture, y en 1934 el servicio de pasajeros virtualmente desapareció. Los trenes de carga continuaron usando la red hasta 1993.

Nuestra excursión urbana fue ardua: la maleza fue una razón. En un sitio con maleza crecida hasta la altura del pecho nos topamos con nuestros primeros taggeurs, o artistas grafiteros, del día. Pronunciamos un rápido bonjour antes de escabullirnos.

Conforme nos acercábamos al canal de l’Ourcq y el Parc de la Villette, no ayudó a nuestros niveles de ansiedad recordar que, hasta 1974, este era el sitio de los mataderos de París. Al toparnos con un sitio en construcción y una línea de tren suburbano activa, nos vimos obligados a trepar desde las vías para cruzar el canal por un puente peatonal común. Mientras buscábamos una forma de regresar, descubrimos una comunidad de artistas que trabajaban en estudios calzados entre los arcos que apoyan a esta sección elevada de las vías.

“Nos hemos incrustado en el Petit Ceinture”, dijo riendo Sylviane Borie. Ella es parte de un relajado colectivo de escultores, músicos de rap y pintores que han “creado lazos con la comunidad y camaradería entre artistas”.

Encontramos una apertura en la cerca, y estuvimos de vuelta en las vías. Pronto nos dimos cuenta de que estábamos por encima del París que habíamos visto miles de veces desde el nivel de tierra.

A medida que París lentamente surgía a nuestro alrededor, nos acercábamos a un área comparativamente abierta donde evidentemente vivía gente.

Entre los signos de habitación: una carriola desvencijada, un árbol cubierto de delgadas tiras de papel que contenían varios “deseos” y un letrero improvisado de “Hogar dulce hogar” confirmaron rápidamente nuestra corazonada, mientras éramos saludados por los residentes de esta sección del Petite Ceinture. Con un hola y un vistazo a su casa improvisada, que parecía un cobertizo de herramientas tallado en el empinado terraplén, continuamos adelante. Después de media hora llegamos al final. Pero después de asomar nuestras cabezas brevemente, nos sentimos desalentados al ver otro túnel por delante. Este nos llevaría al cementerio Père Lachaise. Juntos los túneles se extendieron casi 2,4 kilómetros, de manera que después de cruzar gran parte de los Distritos XIX y XX bajo tierra y finalmente ver la luz del Sol de nuevo, sentimos que nos habíamos ganado nuestro primer descanso real.

Muy adentro del Distrito XX, en un vibrante barrio de clase obrera de músicos, artistas y familias, también conocido por su vida nocturna, y con los túneles detrás de nosotros, nos sentimos felices de quitarnos las mochilas.

El futuro de las vías férreas ha sido incierto durante décadas, pero recientemente se han hecho varias propuestas, incluida una que convertiría las vías en un sendero para bicicletas con las antiguas estaciones de trenes fungiendo como puestos para el Vélib’, el popular programa de préstamo gratuito de bicicletas. Para Jean-Emmanuel Terrier, presidente de la Association Pour la Sauvegarde de la Petite Ceinture de París, que pretende preservar al Petite Ceinture: “Las vías son lo que fascina a la gente; debemos preservar el encanto y el ADN del sitio como vías férreas. París se ha desarrollado en torno a la red ferroviaria. El Petite Ceinture es mítico”.

Galería: 
En el corazón de la ciudad empieza el recorrido de uno de los tesoros más escondidos: el Petite Ceinture.
El futuro de las vías férreas ha sido incierto, pero hay varias propuestas para convertirlas en un sendero para bicicletas.
Los 33 kilómetros de vías que rodeaban a París fueron construidos a mediados del siglo XX.
Sylviane Borie es parte de un grupo de escultores, músicos de rap y pintores que ha creado lazos en la comunidad.
En el corazón de la ciudad empieza el recorrido de uno de los tesoros más escondidos: el Petite Ceinture.
El futuro de las vías férreas ha sido incierto, pero hay varias propuestas para convertirlas en un sendero para bicicletas.
Los 33 kilómetros de vías que rodeaban a París fueron construidos a mediados del siglo XX.
Sylviane Borie es parte de un grupo de escultores, músicos de rap y pintores que ha creado lazos en la comunidad.
En el corazón de la ciudad empieza el recorrido de uno de los tesoros más escondidos: el Petite Ceinture.
El futuro de las vías férreas ha sido incierto, pero hay varias propuestas para convertirlas en un sendero para bicicletas.
Los 33 kilómetros de vías que rodeaban a París fueron construidos a mediados del siglo XX.
Sylviane Borie es parte de un grupo de escultores, músicos de rap y pintores que ha creado lazos en la comunidad.
Inhalamos profundamente antes de entrar en el túnel.

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